Estoy cansada. Llevamos desde esta mañana andando y ya va a
oscurecer. Y para colmo Samuel no para de quejarse. Estamos en una parte del
bosque muy espesa, mucho más que en los alrededores de nuestra cueva. Tampoco
hemos encontrado ningún río o lago como el nuestro. Me tropiezo con una raíz y
me caigo.
-¡Au!-Exclamo. Me he hecho mucho daño en un pie. No puedo
levantarme. Parece que no se han dado cuenta de que me he caído, siguen
andando.- ¡Eh! ¡Ayudadme!- Están tan ensimismados peleándose entre ellos que no
se enteran. Perfecto.- ¡Álvaro! ¡Samuel!
Se han perdido en la espesura, ya no les puedo ver.
Se está haciendo de noche y tengo frío y mucha sed. Suelo
ser valiente, pero ahora estoy asustada. En la espesura se ven dos ojos
brillantes. Tengo la garganta tan seca que no puedo gritar. Creo que dormirme
será lo mejor. Sí, estoy muy cansada…
Desde mi semiinconsciencia oigo unas voces. Supongo que
estoy soñando. Pero es raro, no puedo abrir los ojos. Siento como si alguien me
llevase a cuestas. Las voces hablan entre ellas.
-¿De verdad no te importa que la lleve yo?-dice la persona
que me lleva. Su voz me suena. ¡Claro! Es Samuel. ¿Samuel me está llevando?
-¿Por qué me iba a importar? No es mi novia ni nada por el
estilo.- Dice la otra voz. Espera, ¿Álvaro? ¡Por supuesto que es Álvaro! Habría
reconocido su voz entre un millón. Por supuesto que no somos novios. ¿O sí?
Sigo confusa.
-Bueno, pensé que te gustaba…
-Pues pensaste mal. No me gusta Ella. Es como una hermana
para mí.
“Como una hermana”… “Como una hermana”… Resulta curioso lo
fácil que se puede derrumbar todo tu mundo, con tres simples palabras, como si
fuese de cristal. Estaba mejor inconsciente. ¿O lo seguiré estando y esto es
sólo un mal sueño? A veces, cuando estás soñado y sueñas que te duermes, te
despiertas de tu sueño, así que me voy a dormir, a ver si despierto de esta
pesadilla.
-Ugh…-me duele todo. Estoy en una postura algo incómoda. Me
muevo para acomodarme, pero el camastro improvisado en el que estoy (una
esterilla encima de una piedra) es demasiado pequeño y me caigo al
suelo.-Mierda…-me acabo de acordar de mi pie herido. Y de qué manera.
-¿Ya estás despierta, pequeña princesa durmiente? ¿Quién te
ha dado el beso que te ha despertado de tu letargo, princesita?- me dice Samuel.
Está sentado en una piedra a mi lado.
-No seas teatrero, Samuel. ¿Puedes ayudarme a levantarme? Me
duele el pie como mil demonios.
-Dame la mano, yo te ayudo-dice Álvaro. ¿Dice Álvaro? Pego
un salto y me levanto sola, sacando fuerzas de donde no las hay y corro unos
pasos lejos de él. El muy ladino. Primero me dice que soy dulce y me besa, y
luego va y dice que soy “como una hermana” ¿A caso besaría a su hermana? ¡Lo
odio! No puedo más y a los tres pasos me desplomo de dolor, el pie me mata.
¡Maldita sea mi estampa! No puedo huir. Me levanto otra vez cojeando y me
siento en el camastro, de espaldas a él.
-¿Ella? ¿Qué te pasa?-¿Por qué su voz tiene que ser tan
bella? ¿Por qué no puede tener voz de pito? -¿Ella? Por Dios, di algo.
-¡Lárgate! ¡Fuera! ¡No quiero verte!- Estoy llorando otra
vez, y mi voz se ha quebrado un poco.
-Pero Ella…-Se coloca enfrente mía y parece sorprendido al
constatar que estoy llorando- ¿Por qué lloras? Gabriela, vas a contarme ahora
mismo porqué estás tan enfadada conmigo.
¿Qué he hecho?
-¿Que qué has hecho? ¡No te me acerques o no respondo de mis
actos!
Samuel se lleva a Álvaro un poco más lejos, creyendo otra
vez que no puedo oírles desde aquí. Estos perfectos…
-Mira, la estás alterando y eso no le viene bien estando
como está. ¡La encontramos anoche casi muerta en el bosque! Vete un segundo a
dar una vuelta, a ver si a mí me cuenta lo que le pasa.
Oigo como los pasos de Álvaro, rápidos y decididos, se van
perdiendo en la espesura. Samuel se acerca a mí. Me preparo para hacerle el
vacío, pero suelta lo siguiente:
-¿Qué te ha hecho ese idiota? ¿Te ha dado calabazas?
Y empiezo a llorar más fuerte aún, haciendo unos
desagradables hipidos. Puaj, me doy asco a mí misma.
-¿Qué he dicho yo ahora? Venga princesita, no te lo tomes
tan a pecho, solo estoy haciendo un poco el imbécil. Ahora en serio, ¿Por qué
tengo que pegarle una paliza?
Me echo encima suya llorando a lágrima viva. Ups, creo que
va a tener que tirar esa camiseta tan chula de perfecto.
-¡”Como una hermana” dice! ¡Primero me besa y luego me viene
con esas!-le suelto enfadada.
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